Querida Clara,
Nada fue como creías... Un cuento de hadas descerebradas. Un cuento lleno de mentiras, como todo.
Cuando asías algo siempre, siempre cometes el error de idealizarlo. Poco a poco vas creyendo que todo es perfecto. Poco a poco te sumerges en tu propia mentira.
Entonces llega el día de la verdad, el día en el que deberá suceder lo que has estado planeando durante bastante tiempo. En ese momento te topas con la realidad cara a cara. Primero, un sentimiento agudo te apuñala en un espacio que queda entre el estómago y la boca del esófago, más o menos en el esternón. Después, te enfadas contigo misma y ves que en realidad, lo que sea que has amado o ansiado no tiene la culpa de lo que ha pasado, sino esa cabecita llena de pensamientos poco coherentes. Y al final entristeces...
Sí, eso se llama decepción. Para mí (y evidentemente para ti) es uno de las peores y más viles sensaciones que he (y tú has) llegado a vivir. Es bastante duro ver como algo se desvanece, como el humo en el cielo o las palabras en el aire.
Decepción.
Atentamente, tú misma.
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