S.O.S.

Don't Panic.

viernes, 31 de diciembre de 2010

El camino que has de seguir.

Junto a él se sentía llena de vida, luminosa, es decir, encendida. Se dedicaban miradas, caricias, pero en ningún momento hablaron. Ella sentía que lo podía entender con solo parpadear. Él, en cambio, no sabía lo que quería. Y Ana lo notó. Se apartó ligeramente, con delicadeza, como si no quisiese que se rompiera. Se irguió, y estiró las arrugas de su camiseta. Se plantó frente a él. Le agarró las manos, para levantarlo y colocarle frente a ella. El chico se levantó de mala gana, dejando que el manojo de llaves cayese al suelo. Ambos tenían los ojos azules. Pero ella, los tenía más cristalinos, puros. Ana ladeo su cabeza, para darle un beso. Cuando sus labios casi se rozaban, él, se alejó un poco, y dijo: "A quien das tu secreto, das tu libertad."
Ana se quedó helada. Él, mientras tanto, se agachó, cogió sus llaves y sus bultos. -"Ahí viene mi tren"- dijo melancólico. -"Te vas..."- dijo Ana entre sollozos. -"Sí"- respondió con brusquedad.
Ana observó el tren que venía. Era bastante grande, y el humo que salía de él era negro como el carbón. -"¿A dónde has dicho que te lleva?"- preguntó Ana con un hilo de voz. Ninguna respuesta. El tren abrió sus puertas. Y él entró, sin más dilación. En el umbral de la puerta, se giró. -Es el camino que debo seguir, nadie te avisa, el tren llega y tú subes, así funciona.- dijo, y en ese instante se cerraron las puertas del tren. Un largo pitido recorrió la estación.
Ana cayó de bruces contra el suelo, raspándose las rodillas. El pavimento estaba frío. Y su corazón helado. Estuvo unas horas en esa posición. Le dolía el cuello. Poco a poco fue levantándose. Ya de pié, contempló sus rodillas. Sangraban.
Se sentó en el banco a esperar. Se sentía tan vacía.
¿Y si ella no debía seguir ningún camino? ¿Y si nadie la esperaba?
Apiló sus maletas, y se subió a ellas. Quería divisar el horizonte. Una pequeña sombra gris avanzaba.- ¡Ya está! Es mi tren.- gritó entusiasmada.
Decidió adecentarse un poco, para dar buena impresión. El tren llegó, y al abrir sus puertas, sorpresa, él estaba dentro.
La miró y le dijo: "El camino que has de seguir."














Ya no le amaba. Ahora era libre. Avanzó, y se acomodó en un asiento. Cayó en un profundo sueño, en el que él no estaba. Estaba viviendo su propio camino, no uno ajeno.

Con delicadeza rosa, Cler.

jueves, 30 de diciembre de 2010

Para Ana.

Tres maletas de cuero marrón acompañaban a una adolescente en el andén 23. Un gracioso conjunto vintage, camisa negra con remaches bronce y una corta falda de tul, hacía que la belleza de dicha criatura fuese curiosa, enigmática. El pelo lo llevaba recogido en un gracioso moño. Estaba sola con sus maletas, esperando y esperando. Mientras, observaba sus gastadas botas.
Harta de esperar, decidió levantarse para estirar las piernas. Entonces vio, que no sólo había una fila de andenes, sino que había dos; la fila par y la impar. Ella se encontraba en la impar, pero en la par no había nadie. Estaban separados por dos enormes vías.
Ana no aguantaba más, estaba muy nerviosa. Tenía muchas ganas de emprender su viaje, pero por otro lado, estaba incómoda, como si algo muy importante se le olvidase. Y reparó en ello.
En el andén 24, el que estaba enfrente del suyo, había un chico sentado. Tendría su misma edad, quizás era un poco mayor. Era bastante alto, de complexión atlética y bastante guapo. Ana fijó su mirada en él. Creía que lo conocía. Empezó a rebuscar entre sus recuerdos. ¡Ahí está! Era él, el ladrón de sueños.
El chico, también clavó su mirada en ella, mientras jugueteaba con un manojo de llaves. Un breve gesto valió para que Ana lo supiese. Él era el tren que debía coger.
Agarró sus maletas y se dispuso a cruzar por entre las vías. Nada la detenía. Al llegar al andén 24, el chico la miraba entre asombrado y cautivado. Ana, sudando, se acercó a él. Cuando lo tocó, todo su cuerpo empezó a vibrar sin cesar. Entonces comprendió lo que pasaba.
















¿Fin?
Atentamente, Cler.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Sonrisa.Rosa.

La sonrisa, algo que no cuesta nada y vale mucho. Una sonrisa lo cambia todo. Una sonrisa es una pequeña llave, que nos ayuda a enamorar, a perdonar, a amar, a reír y a besar. Una sonrisa, algo tan bello y tan simple. Mi sonrisa y la tuya. Sonreír ayuda a alegrarse el día. Y que te sonrían ayuda a que te sientas querido.
Eres tan querido y a la vez odiado. Y como veo que no deseas irte de mi cabeza a vida mejor, prefiero que convivamos en armonía. Dejando que el eco de mi cráneo se llene con nuestras risas. Sonriéndole a cada uno de los segundos que pasaremos juntos.
Que como en la física, los polos opuestos se atraen. Yo soy tan sólo uno de los dos polos, es decir, de esta historia la mitad.
Y quiero que sepas, que guardo tu sonrisa en un lugar de mi salvapantallas.












Quiero dedicarle esta corta entrada a un maestro de la música, a uno de los pocos que consiguen hacer magia con las palabras: Jorge Drexler. Y si lee esto algún día, muchísimas gracias por sus canciones, que me han sacado esa deseada sonrisa en los días nublados, y que me han inspirado en muchísimas ocasiones.
Cler.

martes, 21 de diciembre de 2010

Para Belén.

Sinceramente, no se por que escribo esto. Nunca acabaría, todos aquellos momentos e instantes el los que hemos reído, cantado, bailado (bueno al menos lo hemos intentado), jugado y hasta en los que nos hemos peleado, son jardines de ensueño. Es precioso ver como ha cambiado todo. Separadas por una graaaaaaaaan pared blanca, pero a la vez unidas por la amistad. Unidas por tus locuras, por tus besitos de colibrí, por tus abrazos (que a veces me asfixias... no controlas tu fuerza en las enanitas como yo *¬*), por "Fernandoooooooo" (nuestro single), por una larguísima noche en casa de Carla en la que no podíamos dormir, por los chicos, por la Lesenacht, por Aqualand, por Scott Pilgrim y Ramona Flowers... Y así una interminable lista de recuerdos que siempre estarán en nuestros corazones :)
Belén, eres de color azul cielo, el color de la libertad, el color de la alegría y la melancolía, tu color. Hablar contigo me desahoga, aunque muchíiiiisimas veces tengamos opiniones diferentes, cosa que es muy divertida, por que no eres la típica que contesta con los monótonos "sí" y "no".
En tus ojos podemos ver, como tus sueños revolotean, haciendo de ti, una chica curiosa, carismática y muy chispeante (a parte de guapa, buena, etc.).
En fin, te quiero... Siempre estaré ahí con mis paranoias para ayudarte.















Azul cielo, tu color.

Que así sea. Y así será.

Está escrito. Previamente previsto. Anteriormente planificado. Prácticamente perfecto, pero, soy humana, tengo fallos. No soy un ordenador que realiza lo previsto en un periodo determinado de tiempo, sino que mi característica humana me hace ser imprevisible. Y esto es muy divertido.
Tu gozo en un pozo, que bonito, ¿no? La mentira se huele a distancia, y el miedo, bueno, se huele desde mucho más lejos. Y me concedo el placer de anunciarme que no te has ido. ¿Sabes? ¡Boo!













Aurora Boreal, brumosa palabra.
Rosa,
Cler.

lunes, 20 de diciembre de 2010

En un rascacielos.

En el más alto de los rascacielos de mi cabeza me encuentro. Lamentándome. No te has ido, intento huir, pero siempre estás ahí, me persigues.
Miro hacia abajo. La masa oscura de mis pensamientos se amontona formando una nebulosa gigante plagada de caminos sombríos y misteriosos, que yo misma desconozco. Cierro los ojos para no sentir vértigo, para ignorar tus gritos, tus caricias, en otras palabras, para ignorarte. Pero me estremezco, hace mucho frío aquí arriba. Al girarme me encuentro contigo, frente a frente. No puedo, no soy capaz.
Me encuentro floja, con un irrefrenable deseo de  de llorar en brazos de alguien. ¿Pero de quién? Nadie. Sola.
Pero para colmar mi indecisión, me abrazas. Decido soltarme, zafarme de ti.
Y salto, me dejo caer. Dentro de mí, miles de voces me dicen que no lo haga, pero no les hago caso. Significa esto que voy a perder la cabeza.
¿Quién sabe?















Añil, el color del infinito.
Cler

domingo, 19 de diciembre de 2010

Te he preparado la maleta y un par de bocadillos.

Me he preparado. No quiero, no me apetece. Pero has de irte, ahora o nunca. Fuera de mi cabeza, ya. No me dejas vivir en paz, creo paranoias para poder entender lo que haces conmigo.
La maleta esta llena de recuerdos y anécdotas. Espero que te guste. Bueno, los bocatas son de jamón y queso, para que puedes aguantar en tu larga travesía.
En la oreja derecha te espera un tren que te llevará hasta casa, sólo he comprado tíquet de ida, porque no vas a volver, al menos en mucho tiempo.
Te echaré mucho de menos...













El sol se abre gris ante mis ojos, pero el futuro rosa.
No me das miedo, el olvido es así.
Cler.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Escarcha.

El paisaje nevado quema mis mejillas, quema la mirada.
Ipso facto.
Camino por un valle, cubierto de lágrimas frías, heladas. Parece que no hay nada, parece tan despoblado...
Pero, ahí, al fondo, muy al fondo. ¿Lo ves?
Son quimeras. Doce cabezas en total. Una cabeza de León, reparó en mí. Entonces todo fue muy rápido. Miré a mi alrededor buscando algún lugar al que huir. Y yo también reparé en mi. Llevaba una armadura puesta, y una espada ensangrentada con empuñadura de bronce colgada al hombro. Estaba perdida en ese mundo blanco. Decidí enfrentarme a mis miedos, que corrían hacia mí.
Empuñé la espada y me dirigí hacia ellas. Corte cabezas, y muchas, recibí golpes.
Poco después de acabar con ellas, decidí tumbarme en la escarcha. Estaba sangrando, pero no me dolía.
Rojo. Sangre.
Me levanté y decidí ir a buscar algún tipo de vida humana con la que poder hablar. De repente te vi... ¡¿Qué hacías en mis sueños?! Estabas sonriendo, ajeno a lo que había pasado. Eras tú. Caí de bruces sobre la escarcha, pro esta vez si que me dolió. Con la cabeza apoyada sobre el suelo, sentí tu presencia. Agarraste mi cabeza con delicadeza y como si de un suspiro se tratase, me diste la llave. "No dejes que te hunda"
SAL DE MI CABEZA

sábado, 11 de diciembre de 2010

Light, Licht, Luz.

Mientras el otoño poco a poco sufre una metamorfosis para convertirse en un frío invierno, las calles van vistiéndose con sus mejores galas y yo, dejando que un pez abisal me corroa por dentro.
Por el día, los árboles parecen extrañas formas  recorridas por unas cuerdas negras, que al caer la tarde dejan ver su desparpajo luminoso. Mientras niños y abuelos se encandilan, y permanezco quieta, petrificada.
La lluvia recorre mis entumecidos brazos. Gradualmente se va empapando toda mi superficie, hasta que llega el día secándome de nuevo. Luego vendría un técnico a adonarme con esas extrañas lucecitas. 
Entonces en un instante me siento importante, luminosa.
Light, Licht, Luz.










Cler luminosa

viernes, 10 de diciembre de 2010

Lágrimas abisales.

En lo más profundo de los océanos y mares, hay vida. Incluso donde es inimaginable. Son seres grotescos, de colmillos afilados, ojos saltones y fauces mortíferas.
Yo me imagino, que el odio debe ser algo parecido, ideas viles.
El odio, debe ser un pez, que va nadando por nuestro cerebro buscando descontrol. Sus movimientos, ágiles y sus ideas, claras. Con una pequeña lucecita, que, situada en el cráneo del mismo, atrae a sus víctimas. Ingenuos deseos, bonitos recuerdos y felices ideas, que bailan con una armonía sutil por el cerebro. Bailan baladas, canciones rockeras y hasta la más dura canción de heavy metal.
Cuando el odio ha conseguido llamar la atención de una de sus ingenuas presas, la conduce a algún lugar oscuro y frío. Entonces, sus queridas compañeras de profesión, percatan que falta algo, el recuerdo de ese ser tan amado. El caos comienza. Miles de alarmas resuenan por tu cabeza. Ahí es donde comienza ese aparatoso y muy odiado dolor de cabeza.
El odio sigue teniendo secuestrada a esa idea. En ese preciso instante, clava su aguijón envenenado en su presa. El humano, de un momento a otro comienza a odiar a ese recuerdo y llora.
Llora dejando libres a las frías y monótonas lágrimas abisales.














Cler y su azul oscuridad.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Un día como hoy.

Un día como hoy se me ocurrió salir a pasear por los balcones del mundo. Mientras subía por una empinada escalera de caracol no hacía más que preguntarme el por qué de mi existencia.
Al llegar al rellano de la puerta que llevaba a los balcones, oscilé un momento. Miré hacia atrás, y contemplé el camino que había dejado atrás. Un tornado arrasó todo aquello que encontró en mi corazón. Entonces abrí la puerta.
Mientras caminaba sin rumbo alguno, ojeaba el mundo. Guerras devastadoras, una fiesta, una bomba, ante mis ojos se abría poco a poco, pero con mimo, el presente. Mi presente.
Mientras andaba, me percaté de que todo aquello que veía se iba difuminando mientras caminaba. Para ver lo que sucedía, aceleré el paso. De repente estaba parada en la más profunda de las nadas existentes.
Y dejé de existir, me volví blanca.










La nada y Cler.
Blanco

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Mi cueva

Vale. Bien. Perfecto.

Mi cueva gris, déjame ahí.
Mi cueva azul, déjame ahí.
Mi cueva verde, déjame ahí.
Mi cueva rosa, déjame ahí.
Mi cueva amarilla, déjame ahí.
Mi cueva cian, déjame ahí.
Aún que fuera en defesa propia ha dolido...
Ha llegado y bien.
No era personificada.
Fui idiota. Ahora aún más.
Fui vil. Ahora aún más.
 
Perdón
Perdón
Perdón
Perdón
Perdón
Perdón
Perdón
Perdón
Perdón
Perdón

Me despido.