Miro hacia abajo. La masa oscura de mis pensamientos se amontona formando una nebulosa gigante plagada de caminos sombríos y misteriosos, que yo misma desconozco. Cierro los ojos para no sentir vértigo, para ignorar tus gritos, tus caricias, en otras palabras, para ignorarte. Pero me estremezco, hace mucho frío aquí arriba. Al girarme me encuentro contigo, frente a frente. No puedo, no soy capaz.
Me encuentro floja, con un irrefrenable deseo de de llorar en brazos de alguien. ¿Pero de quién? Nadie. Sola.
Pero para colmar mi indecisión, me abrazas. Decido soltarme, zafarme de ti.
Y salto, me dejo caer. Dentro de mí, miles de voces me dicen que no lo haga, pero no les hago caso. Significa esto que voy a perder la cabeza.
¿Quién sabe?
Añil, el color del infinito.
Cler
¡El futuro será rosa!
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