Tres maletas de cuero marrón acompañaban a una adolescente en el andén 23. Un gracioso conjunto vintage, camisa negra con remaches bronce y una corta falda de tul, hacía que la belleza de dicha criatura fuese curiosa, enigmática. El pelo lo llevaba recogido en un gracioso moño. Estaba sola con sus maletas, esperando y esperando. Mientras, observaba sus gastadas botas.
Harta de esperar, decidió levantarse para estirar las piernas. Entonces vio, que no sólo había una fila de andenes, sino que había dos; la fila par y la impar. Ella se encontraba en la impar, pero en la par no había nadie. Estaban separados por dos enormes vías.
Ana no aguantaba más, estaba muy nerviosa. Tenía muchas ganas de emprender su viaje, pero por otro lado, estaba incómoda, como si algo muy importante se le olvidase. Y reparó en ello.
En el andén 24, el que estaba enfrente del suyo, había un chico sentado. Tendría su misma edad, quizás era un poco mayor. Era bastante alto, de complexión atlética y bastante guapo. Ana fijó su mirada en él. Creía que lo conocía. Empezó a rebuscar entre sus recuerdos. ¡Ahí está! Era él, el ladrón de sueños.
El chico, también clavó su mirada en ella, mientras jugueteaba con un manojo de llaves. Un breve gesto valió para que Ana lo supiese. Él era el tren que debía coger.
Agarró sus maletas y se dispuso a cruzar por entre las vías. Nada la detenía. Al llegar al andén 24, el chico la miraba entre asombrado y cautivado. Ana, sudando, se acercó a él. Cuando lo tocó, todo su cuerpo empezó a vibrar sin cesar. Entonces comprendió lo que pasaba.
¿Fin?
Atentamente, Cler.
Oh, Clara, me encanta ^^. es precioso. :3
ResponderEliminarTienes que continuarlo :D